El pH es una medida de
acidez o alcalinidad, que se mide normalmente en una escala de 0 a
14, siendo 0 muy ácido y 14 completamente alcalino (aunque también existen
ácidos con pH negativo). Se considera neutro un pH de 7 (ni ácido ni alcalino),
que corresponde por ejemplo al agua destilada.
En nuestro cuerpo
tenemos diferentes niveles de PH, por ejemplo:
·
Nuestro
estómago es tremendamente ácido (entre 1.5 y 3.5), ya que esto permite descomponer los
alimentos y eliminar posibles agentes patógenos.
·
Nuestra
piel es ligeramente ácida, con un pH de 5.5. Curiosamente, cuando
anuncian productos dermatológicos con “pH neutro”, es un truco de marketing. Ya
que se trata realmente de productos ácidos, que no dañan la piel porque tienen
su mismo pH.
·
Nuestra
sangre es muy levemente alcalina, con un pH que oscila entre 7.35 y 7.45.
Este es el principal argumento que manejan los defensores de las dietas
alcalinas.
Para que nuestro
cuerpo funcione correctamente debemos
mantener el pH de la sangre en ese estrecho rango. Hasta aquí todos
estamos de acuerdo.
El razonamiento
principal de la dieta alcalina es que muchos de los alimentos que comemos son
ácidos, y por tanto acidifican la sangre, desbalanceando el pH del cuerpo y
dando lugar a todo tipo de enfermedades, como osteoporosis y cáncer. De ahí la
recomendación de comer fundamentalmente productos alcalinos.
Los alimentos
alcalinos son los que contienen magnesio, calcio, potasio…. y los ácidos los
que contienen compuestos como fosfatos y sulfuros. Algunos alimentos, que no
contienen ni unos ni otros, pueden considerarse neutrales (como azúcar o
grasas).
La siguiente gráfica
refleja una división de ciertos alimentos según esta dieta, recomendando
consumir los alcalinos y evitar los ácidos.
De partida, lo que
hace que esta teoría no se sostenga, es que si aceptamos que al comer productos
ácidos disminuye el pH de nuestra sangre, por la misma lógica, al comer muchos
productos alcalinos el pH de la sangre aumentaría. Esto es igualmente
peligroso. Si el nivel de pH se hace más alcalino de 7.45 tienes un
problema.
¿Cuál es la lógica por
tanto de que los productos ácidos acidifican la sangre pero puedes comer todos
los alcalinos que quieras sin ningún problema? Extraño.
Desde un punto de
vista evolutivo, parece bastante absurdo pensar que el cuerpo dejaría algo tan
sensible como la regulación del pH de la sangre, con tan poco margen de error,
al albedrío de lo que la persona decida comer.
Afortunadamente,
nuestro cuerpo no se fía de nosotros, y tiene mecanismos autónomos para
mantener el pH.
Regulación del pH, la realidad
Tenemos 3 mecanismos
principales para controlar el pH:
·
Buffers
o amortiguadores: En nuestros líquidos corporales (tanto extra como
intracelulares) contamos con buffers que amortiguan los cambios de acidez.
Estos buffers tienen los dos componentes, ácido y alcalino, para regular un
posible exceso de cualquiera de ellos.
·
Sistema
respiratorio: Los pulmones se encargan de eliminar los ácidos volátiles,
como el CO2, generados en parte por los amortiguadores.
·
Sistema
renal: Los riñones eliminan los ácidos no volátiles, como el
sulfúrico o fosfórico.
Si estos sistemas
funcionan correctamente, tu sangre se mantendrá en su rango adecuado,
independientemente de lo que comas.
Los seguidores de la dieta alcalina
utilizan tiras para medir el pH de la orina, interpretando que si la orina es
ácida, su cuerpo está ácido y por tanto ‘desequilibrado’. Sin duda
la alimentación influye en el PH de la orina, pero esto no nos dice nada sobre
el PH de la sangre.
El hecho de que tu orina sea algo
más ácida simplemente indica que tus riñones están funcionando correctamente,
eliminando los ácidos naturales que se producen en los procesos metabólicos del
cuerpo.
Una de las principales confusiones
de esta dieta es el de la proteína animal, la que clasifica como producto a
evitar.
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